domingo, 24 de octubre de 2010

Esos ojos viejos de tanto ver ante mi mirada prematura


Los cínicos no sirven para este oficio nos presenta la voz directa de Ryszard Kapuscinski, periodista y escritor polaco que lleva toda su carrera retratando los bruscos cambios políticos que ha sufrido este mundo en el s. XX y a la voz muda de los más pobres, aquellos que pagan todas las malas consecuencias de dichos cambios. Quizás porque él creció en medio de un cambio político y social de trescientos sesenta grados: la segunda guerra mundial, la creación de la URSS,... no le quedó otra opción que dedicar su vida a explicar la historia del presente mundo a la vista  de unos ojos que no pasan por alto el más mínimo detalle, la más mínima reflexión.
A través de su experiencia en todos estos años que lleva ejerciendo en la profesión nos da sus claves y meditaciones a los periodistas “nuevos” para llegar a describir la realidad. En una época contemporánea, caracterizada por ser un tiempo de grandes cambios en esta profesión; el mundo cambia rápidamente a nivel político, social...y sobre todo se preocupa de cómo no debemos pasar desapercibidos ante esta brutal revolución tecnológica que esta sufriendo, y por tanto, poniendo en peligro, la verdadera información.
El libro está dividido en  dos apartados, en los cuales, el segundo está dividido por tres partes bastante diferenciables.
En el primer apartado encontramos una breve introducción escrita por María Nadotti dónde nos presenta a Ryszard; su vida, su más bien autodidacta formación y su extensa y jugosa obra de relatos de los cambios políticos y sociales en partes de África, la antigua URSS...dónde la humanidad nunca pasa desapercibida.
En el segundo apartado del libro, propiamente dicho, vemos tres partes bien diferenciadas, cada una de ellas presenta un texto.
La primera parte, Ismael sigue navegando, habla del encuentro de Kapuscinski, moderado por Maria Nadotti, que se celebró en Capodarco di Fermo (Apulia) el 27 de noviembre de 1999, en el marco del VI Congreso <<Redactor social>> titulado De raza y de clase. El periodismo entre deseo de elitismo, implicación e indiferencia. Acto organizado por el Comité Nacional de Comunidades de Acogida (CNCA).
La segunda, Explicar un continente: la historia de su desarrollo. Entrevista realizada el 28 de noviembre, al margen del Congreso del CNCA, por Andrea Semplici, periodista y fotógrafo.
Finalmente encontramos, El relato en un diente de ajo. Encuentro, moderado nuevamente por María Nadotti, que  mantuvo con el escritor y crítico de arte inglés John Berger con ocasión del Congreso Ver, entender, explicar: literatura y periodismo en un fin de siglo, organizado por la revista Linea d’ombra y celebrado en Milán en noviembre de 1994.
Si habla de algo relevante este libro es principalmente de lo que es en sí el oficio de periodista, lo define como un oficio artesanal que implica creatividad dónde el sacrificio y la exigencia son los dos cimientos fundamentales. Dónde  enseguida te haces viejo...
Argumento al que no me opongo, puesto que cualquiera puede explicar unos hechos, pero solo el periodista, el buen periodista, es el único ser capaz de poder llegar a mimetizarse, de englobar las diversas voces, hasta las voces mudas  de los más débiles y llegar a hacer una voz conjunta, común de todos a través de su estudio milimétrico de una situación. Solo él es capaz de querer ver en los ojos de todos lo que está pasando, y solo él lo logra. Así pues, el periodista debe sacrificar su tiempo, su persona... porque no es omnipresente, para llegar a tener la noticia idónea en el momento oportuno. Y remitirse al material, a los otros (talmente dice Ryszard) y formar el cúmulo de éstos en uno, con una pizca de ingenio y el toque de humanidad fundamental. Sin dejarse llevar por la intuición personal de lo que uno ve, como haría cualquiera. Explicaría su hecho, lo que él vio y vivió como individuo.
 Explicar la realidad de todos, el hecho de todos, así pues, es trabajo indiscutible del periodista.
Pero no es una labor nada fácil explicar esta realidad para un periodista, según Kapuscinski. Él argumenta que actualmente ni la lucha política ni la verdad existen,¿por qué?. Pues porque no les interesa a los medios de información que se han ido convirtiendo en empresas que luchan las unas con las otras y que sólo quieren obtener beneficios y controlar a la opinión pública a través de no decir verdades, de centrar los ojos de un espectador, lector... en un punto concreto, en el punto en el que a este gran negocio le interesa.  Mientras que antaño la información se centraba en la búsqueda de la verdad con tal de “orientar” a la opinión pública y en la lucha de “intereses” políticos.
Cosa con la que en parte estoy a favor de la opinión de Ryszard, pero a su vez discrepo. Sí que es cierto que actualmente, cada vez más, tenemos a mano mucha más información y a su vez estamos mucho más desinformados. El núcleo de este problema se centra en que la sociedad, principalmente, ha cambiado tanto que ya no tiene nada que ver con esa generación a la que perteneció Ryszard; de nuestros abuelos, de nuestros padres...de lucha.
Cansados de tanto fracaso, de ver como constantemente el pez continua aún mordiéndose la cola preferimos que nos digan los demás lo que tenemos que saber. Porque el hombre ahora nace cansado. Nace cansado de recordar que su hogar, el mundo dónde habita, es desigual para todos se haga lo que se haga cómo y cuándo sea. Y eso es muy doloroso, por eso, la mayoría prefiere vivir sabiendo lo justo que pasa a su alrededor. Ignorante y pasivo ante cualquier hecho que no le salpique en su vida. Porque el hombre ahora nace cansado, pero como ha hecho siempre, nace para morir, y por eso quiere su vida para él, fácil, cómo individuo.
 ¿Sí sacrifico mi  corta vida, lo único que tengo, para perder de nuevo, cómo hicieron ellos,  qué ganaré?
Y sabe que somos miles de millones de personas en el mundo, tantas y en tan difíciles y diversas situaciones que prefiere acordarse de algunos, los elegidos para la información, solo cuándo alguien se lo diga, porque en ese momento importa. Luego volverán a ser otra vez esas miles de millones de personas, esos individuos, esos desconocidos que por egoísmo no los quiero conocer.
Muchos periodistas informan de eso que les dicen que tienen que informar, de esa verdad porque quieren, porque son periodistas egoístas y cómodos. Quieren vivir medianamente bien su corta vida. Ellos también nacieron cansados.
Pero hay una pequeña minoría que aún existe, que busca la verdad aunque esta sea dolorosa, que lucha por un cambio político, por un interés, aunque sepa que este no vaya a salir del todo bien... Y al hacer eso se da cuenta de que no todo es tan catastrófico ni tan doloroso. En el mundo hay cosas buenas y cosas malas. Las personas somos buenas y malas, dos en uno. Y que los medios de información que hoy en día controlan la opinión pública están dando otra realidad del mundo.
Ellos no nacieron cansados, se cansaron de vivir, de buscar  la verdad,de encontrarla.
Estos son los periodistas en peligro de extinción, los de principios, los que forman parte del mundo y de la humanidad. Los que por su naturaleza, tienen que arriesgarse a todo para saber por sí mismos y dar a conocer a todos la verdad.
Pero repito, a nadie, y creo que en ninguna de las épocas, incluso en la de Kapuscinski, le gusta saber, conocer la verdad; porque siempre, para alguien, es dolorosa.
Yo no digo que Riszard no luchara por llegar hacia la verdad, ni que no lo haya hecho, simplemente digo que en su generación también los medios de información estaban coaccionados y por tanto, los periodistas también. Un claro ejemplo lo tendríamos en su país, Polonia, y en los hechos históricos en los que se ha visto involucrada sin comérselo ni bebérselo y en los cuáles él fue testigo: como la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría... ¿No había una censura con el régimen de la URSS? Lo único que pretendo decir es que la información depende la situación, el tiempo o el lugar, a menudo ha estado “filtrada”. Aunque estoy con Kapuscinski cuándo dice que ahora es más difícil hacer el periodismo que lleva toda la vida haciendo él, porque es un negocio que a una minoría importante no le sale a cuenta. Pero también, a pesar de todo, sigue habiéndolo, arriesgándose incluso mucho más que lo que en sus dias se solían arriesgar...
Así pues, como conclusión personal creo que la idea más punzante y directa que me ha ofrecido este libro es que en las manos de los jóvenes, de aquellos verdaderos periodistas que utilizan la psicología para relacionarse con los otros, que analizan la situación desde diversas voces y ojos para hacer una reconstrucción real de los hechos, que utilizan su piel camaleónica para sentir lo que es estar en el ojo del huracán... las manos de esta nueva generación de periodistas, serán las únicas que mantendrán vivo este oficio propiamente dicho, con toda su dignidad. Y indirecta pero directamente serán las únicas que puedan dar a escuchar por igual a todos los individuos, a todos los colectivos, sin ningún tipo de diferencia.

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